22 septiembre, 2016 - Estilo de Vida, Rejuvenecimiento, Retoques
Medicina Estética anti adultescente y anti viejoven
¡Hola a todos! ¿Qué tal estáis? Quizás el título de este post os resulte divertido, sobre todo por los términos que hemos utilizado al final… pero es algo bastante cierto en nuestro sector. De hecho, nosotras somos unas abanderadas de la medicina estética anti adultescente y viejoven. Que por si alguien no sabe lo que significa.
¿Qué es un adultescente? ¿Qué es un viejoven?
Adultescente es ese fenómeno social social que agrupa a personas que son adolescentes (y se comportan como tal) durante toda su vida; y viejoven son aquellos comprendidos entre los 20-30 años que adquieren una serie de costumbres, no solo en el ocio sino también en apariencia, de personas de cierta edad. Algo que se puede traducir también en medicina estética: aquellas personas que se hacen retoques en exceso y parecen más jóvenes o más mayores de lo que marca su DNI.
Porque los rostros ‘de plástico’ y ser adultescente y viejoven está totalmente out y la inexpresidad resulta muy poco elegante, hay ciertas arruguitas que sí favorecen y es mejor dejar en paz. No, a estas alturas no nos vamos a poner a izar la bandera de “la arruga es bella”. Ni mucho menos…Porque ni todas lo son, ni con los avances estéticos actuales resulta, por suerte, necesario, asumir un-rostro-tipo-uva-pasa sea cual sea la cifra que señala nuestro DNI. La auténtica clave reside en no pasarse tampoco para el otro lado -“Ni tanto ni tan calvo”- o lo que es igual: evitar llegar a los sesenta y tantos con un rostro de pseudo-adolescente entrada en años o tener 30 y tantos y parecer que tienes 70: excesivamente rellenado, tensado in extremis… Y, reconozcámoslo, en realidad, más chocante que realmente favorecedor por su evidente artificialidad.
El objetivo estético a plantearse no debería ser el de ‘borrar’ la edad o aparentar la que no se tiene sino, más bien, depurar o mejorar la apariencia propia de cada momento de la vida, evitando a toda costa, el caer en la ‘máscara’ o en el disfraz. Una persona de 60-70 años, 100% libre de arrugas, en formato adultescente, siempre resultará antinatural. Por mucho que se pretenda, no se puede tener a esa edad la cara de la adolescencia: siempre habrá algo que chocará, se perderán el encanto y la armonía. De hecho, es mucho mejor no borrar ciertas ‘arruguitas’ acordes con la experiencia de la vida y que dan esa nota de particularidad o individualidad a cada uno de nosotros. Por ejemplo, es natural que se vayan marcando suavemente arrugas finas en la frente, y que éstas tengan movimiento, pero es que en cierto modo son parte de nuestras vivencias personales y suavizarlas, no borrarlas, sería el tratamiento más adecuado.También aquellas arrugas faciales, como son las que deja como estela nuestra sonrisa y expresión, es algo natural que se agudicen con el tiempo, el concepto en este caso sigue siendo el mismo, siempre ‘suavizar’ nunca eliminar, como decimos en nuestro leitmotiv sobre la medicina estética.
Un rostro debe ser siempre dinámico, vivo, natural, vivido… Y eso es incompatible con un aspecto de ‘muñeco de cera’. Se trata de buscar la armonía y naturalidad. Dos conceptos absolutamente contrarios a un ‘efecto planchado’: aquello que choca con la armonía particular deja de ser bello.